Una vida con Cristo no tiene que ver con el pecado. Se trata de la sumisión. Pedir a Dios que se convierta en la primera prioridad en nuestra vida.
Tenemos un mínimo autocontrol sobre los hábitos de tentación. Sin embargo, podemos proporcionar la apertura para que nuestro amor crezca en Dios a través de la palabra del Hijo.
Nuestra primera prioridad puede ser entonces que Dios nos cambie a "su voluntad" según su calendario. En ese momento estamos frente a Dios en lugar de darle la espalda.
Su respuesta se llama "gracia".
La diferencia entre saberlo y vivirlo... es la oración.
Para tocar tu corazón, relee un capítulo determinado, repasa cada tema relevante y mézclalo en algunas conversaciones sinceras con Dios.
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